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Mabel ​

Cuando Mabel cuenta un cuento, Mabel se transforma. No tiene que moverse mucho ni cambiar la voz: es algo que la habita, como hacen los actores cuando describen que el personaje se apoderó de ellos y actúan. Eso debe pasarle a Mabel cuando cuenta un cuento.

El día que nos visitó, le pasó. Es cierto que había traído un sombrero de colores para ponerse en situación y que, por segunda vez en una de las entrevistas que hicimos esta temporada, el corte de luz hizo que todo fuera de un tono intimista. Eso, todo eso, ayudó. Pero debe haber algo más.

Los que la vieron y la escucharon ese día la describieron como un ser normal. Nahuel dijo que es una persona alegre. Gustavo, un hombre que vino de lejos -según la mismísima percepción de Mabel-, que tenía el pelo blanco y era una mujer joven. Antonio, que disfrutó de sus adivinanzas. Y Samuel, que vino con su hermana Azul y su mamá Paula, por primera vez, de sus rimas (aquí pareciera que falta algo, no?). Luciana reía y recodaba anagramas palíndromos ideados por ella. El resto no queríamos perdernos ni una frase del poema de Tomás Paredes ni que nadie dijera la respuesta de la adivinanza “qué es lo primero que hace la vaca cuando sale el sol” porque no nos dábamos por vencidos. Hasta que sí.

-¿Dónde naciste, Mabel?, le preguntamos.

-Era tan chica que no me acuerdo, respondió ella.

Su marido desde hace cuarenta años se llama Shinishi y nació en el pueblo Okayama, en Japón. Es un hombre delgado y gentil que perdió a sus padres durante la guerra y a los 8 años emigró con su hermana al Paraguay y a los 12 a la Argentina. “Los dos solos”, dice Mabel que por primera se pone seria. Desde hace años, Shinishi es uno de los peluqueros más reconocidos de Villa Elisa. Con él tuvieron dos hijas con las que Mabel solía andar en bicicleta cuando eran niñas.

-Iba a todas partes en bicicleta. A mi trabajo, en el banco, y con zapatos de taco, claro, porque había que ir elegante. Una vez me olvidé la bici en la vereda del banco. Al día siguiente pasé con el colectivo y sin darme cuenta de nada pensé: ¡Pero qué parecida es a la mía!

Hija de una hija de italianos, Elva Londra, Mabel nació por casualidad en Avellaneda y aún recuerda un cuento que le contó su papá Nelay Yarcho, hijo de bielorrusos y jefe del ferrocarril. Pero no lo vamos a reproducir aquí porque es mucho más divertido escucharlo de boca de ella.

Mabel
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